¿Qué es la neuroeconomía?
Neuroeconomía es un campo interdisciplinario que busca explicar la toma de decisiones humanas, esto es, la habilidad de procesar múltiples alternativas y además seleccionar un curso de acción. La neuroeconomía estudia la conducta económica para entender de mejor forma la función del cerebro, y estudia el cerebro para examinar y complementar modelos teóricos acerca de la conducta económica.
Con mucha frecuencia la gente no toma decisiones “racionales”. Los agentes económicos están sujetos a múltiples sesgos cognitivos que afectan su forma de percibir los hechos, de actuar ante estos hechos, y de aprender a través de la experiencia. La mayoría de estas anomalías persisten de manera asombrosa y están ampliamente documentadas por datos recabados tanto en el mundo real como en el laboratorio.
Para citar algunos casos, las creencias de la gente se ven sistemáticamente prejuiciadas cuando se trata de las proyecciones de sus actividades empresariales, el monto de dinero que deben ahorrar para su jubilación, y el monto de las hipotecas que pueden pagar*.
Estas conductas no se deben ignorar, ya que pueden generar consecuencias desastrosas para la economía – tal como se pudo observar en la reciente crisis de las hipotecas subprime. Un punto de partida muy útil es conocer el tipo de errores y prejuicios que prevalecen; sin embargo, el mayor reto consiste en entender porqué estos errores emergen, de manera que se puedan predecir y, posiblemente, evitar.
Una nube gris sobre la economía
La economía se fundamenta en la construcción de modelos sobre cómo las personas toman decisiones, a quienes se describe por medio de funciones de utilidad en las que se representan sus metas. Sin embargo, durante muchas décadas esta disciplina ha estado preocupada por las discrepancias entre las predicciones teóricas y las conductas observadas.
Para resolver esta incongruencia, los economistas conductuales han desarrollado nuevas teorías sobre la toma de decisiones, más ajustadas a los datos que los modelos tradicionales. La metodología consiste en desarrollar modelos con el fin de demostrar la relación entre una causa (como la preferencia por un objeto en particular) y una anomalía conductual. Esta línea de investigación formula explicaciones posibles respecto a los datos conductuales, aunque está igualmente sujeta a fallas. A menudo la causa no es observable y no existen pruebas sobre la relación que refleja el modelo. De manera muy particular, la libertad que brindan los métodos de introspección genera un problema respecto a la selección del modelo. Además, la causa de la anomalía conductual puede simplemente radicar en otro aspecto.
Presentación de la teoría neuroeconómica
Para resolver esta incongruencia, los economistas conductuales han desarrollado nuevas teorías sobre la toma de decisiones, más ajustadas a los datos que los modelos tradicionales. La metodología consiste en desarrollar modelos con el fin de demostrar la relación entre una causa (como la preferencia por un objeto en particular) y una anomalía conductual. Esta línea de investigación formula explicaciones posibles respecto a los datos conductuales, aunque está igualmente sujeta a fallas. A menudo la causa no es observable y no existen pruebas sobre la relación que refleja el modelo. De manera muy particular, la libertad que brindan los métodos de introspección genera un problema respecto a la selección del modelo. Además, la causa de la anomalía conductual puede simplemente radicar en otro aspecto.
Presentación de la teoría neuroeconómica
La neuroeconomía ofrece una solución al aplicar un conjunto adicional de datos obtenidos por medio de diversas mediciones de la actividad cerebral al momento en que se toma una decisión. La neuroeconomía experimental se puede considerar un sub-campo de la economía experimental, donde los datos conductuales se enriquecen con datos sobre el cerebro. La teoríaneuroeconómica propone desarrollar modelos basados en el cerebro, capaces de predecir un comportamiento observado.
La neuroeconomía experimental es controversial. Mientras algunos consideran que es una rama de investigación irrelevante, hay otros quienes sostienen que resulta esencial (ver Camerer, et al. 2005, Gul y Pesenderfor 2008). Viéndolo con imparcialidad, el campo es probablemente demasiado nuevo para poder decirlo. La discusión se ha centrado, sorprendentemente, en aspectos empíricos relacionados con el método utilizado para recabar los datos, así como en la cantidad, costo y calidad de los datos sobre el cerebro – mientras que las implicaciones más amplias no han sido objeto de la misma atención -. De hecho, el nuevo conjunto de datos que ofrece la neuroeconomía experimental permitirá entender un poco más las causas de las conductas (y por ende las anomalías conductuales) y ayudará a desarrollar nuevas teorías capaces de explicar y predecir las decisiones, una meta a largo plazo que tiene la economía. Precisamente, la teoría neuroeconómica ofrece esto. Hasta ahora, las investigaciones en ese sentido han sido muy limitadas y, en general, su impacto no se ha tomado en cuenta.
El objetivo de la teoría neuroeconómica es desarrollar modelos basados en pruebas generadas por la ciencia cerebral, como la neuroeconomía experimental, pero también otros campos de la neurociencia y la neurobiología. La medición de la actividad cerebral brinda información sobre los mecanismos subyacentes o fundamentales que aplica el cerebro durante el proceso de selección. En particular, refleja las regiones del cerebro que se activan al momento de tomar una decisión y la manera en que estas regiones interactúan entre sí. Luego, estos conocimientos se pueden utilizar para desarrollar un modelo que represente ese mecanismo en particular. A diferencia de la economía conductual, este modelo no se basa en la introspección o en presunciones plausibles, sino en una propiedad biológica que existe y está documentada.
La neuroeconomía experimental es controversial. Mientras algunos consideran que es una rama de investigación irrelevante, hay otros quienes sostienen que resulta esencial (ver Camerer, et al. 2005, Gul y Pesenderfor 2008). Viéndolo con imparcialidad, el campo es probablemente demasiado nuevo para poder decirlo. La discusión se ha centrado, sorprendentemente, en aspectos empíricos relacionados con el método utilizado para recabar los datos, así como en la cantidad, costo y calidad de los datos sobre el cerebro – mientras que las implicaciones más amplias no han sido objeto de la misma atención -. De hecho, el nuevo conjunto de datos que ofrece la neuroeconomía experimental permitirá entender un poco más las causas de las conductas (y por ende las anomalías conductuales) y ayudará a desarrollar nuevas teorías capaces de explicar y predecir las decisiones, una meta a largo plazo que tiene la economía. Precisamente, la teoría neuroeconómica ofrece esto. Hasta ahora, las investigaciones en ese sentido han sido muy limitadas y, en general, su impacto no se ha tomado en cuenta.
El objetivo de la teoría neuroeconómica es desarrollar modelos basados en pruebas generadas por la ciencia cerebral, como la neuroeconomía experimental, pero también otros campos de la neurociencia y la neurobiología. La medición de la actividad cerebral brinda información sobre los mecanismos subyacentes o fundamentales que aplica el cerebro durante el proceso de selección. En particular, refleja las regiones del cerebro que se activan al momento de tomar una decisión y la manera en que estas regiones interactúan entre sí. Luego, estos conocimientos se pueden utilizar para desarrollar un modelo que represente ese mecanismo en particular. A diferencia de la economía conductual, este modelo no se basa en la introspección o en presunciones plausibles, sino en una propiedad biológica que existe y está documentada.
Ventaja 1: Guía para las limitaciones
La metodología que usa la teoría neuroeconómica tiene dos ventajas. Primero, las pruebas generadas por la ciencia cerebral ofrecen una guía precisa respecto a las limitaciones a imponer en los procesos de toma de decisiones. Esto puede ayudar a descubrir las “verdaderas” motivaciones que hay detrás de las selecciones “erradas” y mejorar el poder predictivo de la teoría. Las teorías conductuales que toman en cuenta los sesgos que influencian las opiniones, se desarrollan con base en modelos de preferencia y no en creencias o procesos de actualización no-bayesianos. En lugar de tratar de adivinar la causa de los prejuicios, la teoría neuroeconómica desarrolla un modelo en base a las propiedades fisiológicas que sirven de fundamento al aprendizaje y la formación de las creencias. En principio, esto puede ayudar a precisar las bases biológicas de las selecciones anómalas. Por ejemplo, las investigaciones de la neurobiología demuestran que el cerebro no puede codificar toda la información contenida en una señal. Las opiniones se activan cuando se obtiene “suficiente” información para apoyar una alternativa, y el cerebro usa una amplia gama de mecanismos biológicos para filtrar la información aplicando las restricciones óptimas. En un artículo reciente indicamos que estas propiedades del cerebro generan una tendencia conductual a confirmar la sensación inicial (Brocas y Carrillo 2009). Los datos conductuales reportan específicamente que los individuos se apegan, con demasiada frecuencia, a las primeras impresiones. Esta tendencia confirmatoria puede surgir del mismo conjunto de limitaciones sicológicas que se aplican al procesamiento de la información. Trabajos adicionales en ese sentido podrían ayudar a descubrir las causas de otras tendencias o prejuicios, y determinar si todas ellas están relacionadas con las mismas limitaciones sicológicas.
Ventaja 2: Descubre las preferencias “exógenas”
La segunda ventaja es que, al modelar explícitamente las propiedades fisiológicas, es posibleestablecer las bases de algunos elementos relacionados con preferencias tradicionalmente consideradas como exógenas; como por ejemplo, la aversión al riesgo, la aversión a la ambigüedad, o la tasa de preferencia sobre el tiempo. Las selecciones que implican riesgo, incertidumbre, o retrasos en el tiempo pueden requerir de intercambios o canjes muy complejos. Las mediciones de la actividad cerebral nos permiten determinar si el proceso de evaluación se encuentra centralizado, o si varios sistemas cerebrales compiten entre sí para lograr influenciar la decisión final. La teoría neuroeconómica propone modelar la organización real del cerebro, determinar la conducta que emerge de dicha organización y evaluar cuál es la teoría que se adapta mejor.Un ejemplo de esto es el “descuento”. La teoría neoclásica estándar deriva las tasas de preferencia del tiempo a partir de un conjunto de axiomas sobre las preferencias que reflejan los individuos. Una propiedad atractiva de estos axiomas es que el descuento se debe representar por medio de una función consistente en el tiempo. Para tomar en cuenta la tendencia a postergar las cosas que se observa en las personas, los economistas conductuales han modificado esta función introduciendo un parámetro de inconsistencia en el tiempo, mientras que los teóricos de las decisiones han modificado los axiomas originales. En ambos casos, la motivación de estas nuevas teorías es que la observación conductual no se puede conciliar con la teoría original. En cambio, nuestra reciente investigación utiliza las pruebas neurobiológicas para modelar selecciones inter-temporales como resultado de un conflicto existente entre dos sistemas cerebrales, uno que está interesado en la gratificación inmediata y otro que puede representar mentalmente la recompensa futura. Aplicando este enfoque, podemos derivar tres propiedades de las selecciones dinámicas que generalmente se observan en los datos, a partir de los principios iniciales: la tasa de descuento positiva, la reducción de la impaciencia, y la heterogeneidad de las tasas de descuento a través de las diversas actividades (Brocas y Carrillo 2008). Una metodología similar se puede usar para racionalizar otras características observadas respecto a las preferencias.
Conclusión: El individuo como organización
Muy pronto, la teoría neuroeconómica estará jugando un rol crucial en el desarrollo de teorías capaces de explicar y predecir los comportamientos individuales y las decisiones estratégicas. El mensaje primordial es que el individuo no es un cuerpo coherente. El cerebro es un ente de múltiples sistemas (con objetivos conflictivos, información limitada, etc.); por lo tanto, los encargados de la toma de decisiones se deben modelar como una organización. Concluimos con una analogía. Antes de la llamada teoría moderna de la empresa, las organizaciones se modelaban como actores individuales caracterizados por una función de producción de tipo insumos – resultados. El estudio sistemático de las interacciones entre los agentes y los procesos de decisión dentro de las organizaciones (teniendo en cuenta las asimetrías de información, los problemas sobre incentivos, los canales de comunicación restringidos, las estructuras jerárquicas, etc.) generó nuevas percepciones económicas. Aplicar una metodología similar al estudio de la toma de decisiones individual es, a nuestro modo de ver, la forma más fructífera de comprender los límites de la racionalidad.https://www.youtube.com/watch?v=kmXoTtqdkx4